domingo, 11 de mayo de 2008

Semblanzas Profundas: Patricio Barrios Alday.

alday


En esta oportunidad, queremos dedicar la sección a la obra narrativa y gestión cultural de Patricio Barrios Alday “por la madre” como el mismo señala jocoso al contestar el teléfono o presentarse. Acostumbrada muletilla que reconoce la importancia de la mujer en la estructura familiar, manera que comparte su personaje Nicomedes Aparicio Molina Albarracín, presente en su ultima novela, secreto de familia (o la importancia de tener un animal negro) año 2003.

Barrios Alday nacido en Arica en el año 1952 es un incansable estudioso de las identidades culturales de Chile, así lo demuestran sus estudios de Antropología Sociocultural en la Universidad Arturo Prat y su diplomado en Patrimonio Cultural y Natural, en la Universidad de Tarapacá, Arica, 2001, además de las publicaciones en revistas especializadas como Aisthesis de la Pontificia Universidad Católica de Chile, año 2000 con el trabajo “Dos fiestas del Norte Grande: un análisis en relación a tiempos, presencias, participación y dualidad” y desde luego, su relato novelado del año 2001, "Chinchorro, los que llegaron para no morir". En este, Barrios Alday, asentado en las bases de la nueva novela histórica, desfigura y relativiza la realidad, a fin de crear una épica que apuesta por el valor estético y literario, además del cronístico.

El estudio del patrimonio cultural de la zona y los asentamientos poblacionales que dieron vida a esa rica cultura que ha logrado trascender la muerte, dejando un legado hasta nuestros días, es sin duda una de sus obsesiones, sin embargo no por ello abandona su preocupación por los temas que competen al hombre moderno y los factores rituales que subyacen y se reflejan hoy en la urbe, un ejemplo es una investigación muy interesante, que hace con respecto a la iniciación sexual en jóvenes de Tarapacá: Continuidad ritual.

Barrios Alday, es además un inquebrantable animal político, seriamente comprometido con la izquierda, situación que lo mantuvo cercano a los cambios sociales y revoluciones culturales del país, observador de su tiempo, tiene un registro muy claro de los hitos y sus protagonistas y se conserva como defensor de un pensamiento dialéctico, curiosamente adscribe a una tesis creacionista, la cual lo lleva a afirmar tajante, que los grandes cambios de la sociedad, son paralelos y no privativos de un centro. Es la necesidad de transformación del hombre y su innato afán de descubrir y aprehender la realidad, la cual permite vislumbrar la comunicación y conjugación de importantes movimientos en China, Francia y nuestro territorio, al mismo tiempo.

Todo a la luz de la confrontación de tesis y con una mirada positiva sobre la juventud y sus procesos, lo cual hace recordar la frase emblemática del modernista y anarquista Peruano Manuel Gonzáles Prada, en su discurso en el Politeama ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!

Cualidades que de sobra, lo hacen un hombre abierto al diálogo, en constante actualización y que no teme al debate, sostenido con fundamentos. Compromisos que lo llevaron a vivir encarnizadamente las consecuencias del Golpe. Bajo tales condiciones, incursiona en la poesía con su obra “Relegado en Corral”, publicada posteriormente, por la Comisión de Derechos Humanos de Arica, en 1984.

Se vislumbra así, cuan enraizado este el arte y la cultura, en todas las facetas y empresas que el autor ha realizado, ya sea en el ámbito educacional. Egresado de Arte Público Ornamental, Mención Escultura en Piedra en la Universidad de Chile en el año 1973, trabajó en el área creativa, a lo largo del país tanto en universidades como colegios, dando clases y dirigiendo proyectos de artes plásticas, danza y con un currículo que comprende de forma prominente, innumerables actividades y gestiones en torno a técnicas de Montaje y Proyección Folklórica, Ética y Estética en esas lides, basta con nombrar la Creación del Grupo Folklórico de la Universidad del Norte, que luego se conocería con el nombre de Intín Wawanakapa.

A nivel gubernamental también logro el fomento cultural en la zona, al ejercer como Director de Turismo en 1997 y Director de Arte y Cultura en los periodos de 1995 a 1996 y 1998 al 2000. A su vez, trabajo como empresario en la ciudad y Brasil, cubriendo el área de diseño gráfico, publicidad e imprenta y actualmente se desempeña como Director de Marketing y Comunicaciones en la Vicerrectoría de posicionamiento estratégico de la U.T.A, área que conecta los distintos sectores de la casa de estudios entre sí y con la comunidad, fortaleciendo la visión y misión que esta tiene como cuna del saber.

Patricio Barrios es en definitiva, un gran amante y cultor de las artes, se ha desarrollado en una gran gama de géneros, de cara al diseño y creación de obras y desde luego en la gestión y difusión cultural. Extensa y exhaustiva labor que comprende la capacitación y promoción, de numerosas instancias e invaluables oportunidades, al servicio de la región y sus artistas.

Sin embargo no hay que olvidar su faceta literaria, que es la que nos llama. Por su trabajo narrativo Barrios Alday, ha sido favorecido con el Tercer Lugar en el VII Concurso de Cuentos para Escritores de la Primera a Cuarta Regiones de la Universidad Católica del Norte, Antofagasta, 1999. El relato ganador se titulaba “Primera página” luego en el año 2000 en el mismo concurso, en su octava entrega, obtuvo el preciado primer lugar con la obra “Las fotografías del 'Tani' Rodríguez” Este historia así como “primera página” que nos cuenta sobre el enfrentamiento futbolístico entre el equipo de Iquique y la selección de Victoria, en representación de los pampinos, se halla antologada por la universidad de Antofagasta. Otro de sus cuentos “Al Lucho Barrios también se lo tienen que habérselo cagao, o si no entonces pa’qué canta el bolero Marabú”, lo podemos encontrar en la publicación de la Biblioteca Nacional año 2000 y en su libro “Las albacoras de Juan Bautista y otros cuentos de identidad e idiosincrasia” también del año 2000.

El quehacer literario que Barrios Alday realiza, recoge una gran cantidad de voces y registros, desde los testimonios de un niño que curiosea en torno a la sexualidad de un ave de corral y enfrenta la superstición familiar, pasando por un narrador formal e imparcial que nos cuenta sobre una tía, empedernida fumadora, hasta el lenguaje antinorma del lumpen. El retrato de cualquier forma, no podemos encasillarlo y afirmar que se agota en un realismo crudo de la urbe y el discontinuo fluir de la conciencia de un hombre golpeado por la sociedad como ocurre con el Tani, que nos abre su mente de manera imprecativa, desnudando sin tapujos su comprensión atropellada pero honesta del mundo. En la prosa de Barrios hay más, se vislumbran rasgos del indigenismo, lo fantástico y documental, la nueva novelística histórica matizado con tropos propios de lo real maravilloso y la magia y picardía que ha nutrido las regiones más apartadas o que por su intrínseca vinculación a la tierra, a la costumbre, lo consuetudinario y heredado, oponen barbarie frente a civilización y modernismo racionalista ante ilógica irrealidad. Todos mundos posibles, comunicados por el tema de la memoria, es así que podemos ver el retrato y recuperación de toda una cultura, su milenaria técnica de momificación, la leyenda de la novia de Azapa tras un detallado retrato de familia, un partido que queda en los anales del mundo salitrero y la bastarda y efímera gloria de un pugilista en decadencia.

Autor: Daniel Rojas.

La obra de Patricio Barrios Alday.

LAS FOTOGRAFÍAS DEL 'TANI' RODRÍGUEZ" (Fragmento.)

Tuvo que pelear desde pequeño por todo. Por la comida con sus ocho hermanos. Por su madre con sus padrastros alcohólicos de turno. Por las notas con los números de aritmética y con los ángulos de la geometría. Por su masculinidad la primera vez que cayó en la cárcel y lo quisieron sodomizar. Anda, cabrito, ya puh, suelta el culito, si es rico, si no te va a doler, después te toca a ti pitearte a otro, total somos de la misma carreta. Por la propia mina, por la mina del otro, por el lugar en la cola para encontrar trabajo, por sobrevivir. Primero entre codazos y codazos para ganar una mejor posición en esa cola indigna, la única que no era precedida por el maldito letrero de “no hay vacantes” y, después, entre risas y carcajadas, los que le conocían se dieron cuenta que lo de “Tani” no venía por el “Tani” Loayza, por ser bueno para los puñetes.

El encargado llamó tres veces: ¡Anastasio Rodríguez! Y este “Tani” que no quería asumir hasta que el hambre pudo más que la vergüenza y con un hilo de voz respondió “aquí, señor”. Y después pala y más pala, concreto más concreto, carretilla más carretilla, hasta que la espalda de puro caliente se le doblaba como el metal rojo del herrero. En la construcción de esos bonitos y espaciosos baños, de esos inmensos dormitorios en suite, de esas panorámicas terrazas en las que cabía un subsidio habitacional completo, hizo su antesala del gimnasio. Los viejos estucadores, a la hora de la choca, empezaban con la cantinela diaria de tráeme el tachito pa’ revolverle el hoyito. No importaba que por Anastasio le dijeran “Tacho”, pero lo de revolverle el hoyito le recordaba las bocas babosas y los penes erectos y hediondos de sus “protectores” de la prisión. Empezó a darse trompadas con todo el mundo y, de verdad, empezó a ser bueno para los puñetes. Entonces recuperó, legítimamente, el “Tani” otra vez. En esta segunda vuelta me lo tengo que calzar. ¡Cresta’etumadre, no seái maricón, me pillaste desprevenío! ¿Que hago acostado? Medias ni reluces... ¿que me están interrogando otra vez?... no, mi cabo, si yo no he vuelto a robar, revíseme, mi cabo, si estoy limpio... uno... dos... tres... cuatro... ¿Qué estái contando, árbitro güeón?... si yo estoy bien, mira mis ojos, si ya estoy de pie, mira como salto, toma, limpia mis guantes en tu camisa... y vos que estabai levantando las manos, toma maricón, pa’ que sepái que al tani no lo voltea cualquiera... putas el conchesumadre pa’duro ¡toma y toma! Retrocede güeón, ésta no me la ganái, ésta me la gano yo... ¡toma, toma! ¿pa’qué agarrái?... suelta, maricón suelta. Ya puh, árbitro... ¿que no estái viendo como mete la cabeza?... ¡cresta! ¿que no viste como me partió la ceja del cabezazo?... ¡suéltame!... ¿pa’dónde me llevaí?... si estoy bien... ¿y vos, quién soi?... si estoy bien, doctor, si fue cabezazo, doctor, gracias, doctor, sí puedo seguir peleando, doctor, no me duele, doctor, si éste tiene manos de lana, doctor, ya va a ver como me lo gano... ahora te quiero ver... no te arranquís... ven p’acá.

Uno de los enfierradores le dijo que tenía buena pegada y que el trabajo le había dado músculos necesarios, lo convenció de que podía ser, con entrenamiento y humildad, un buen boxeador. Era la primera vez que alguien le reconocía algún mérito. Entonces, el “Tani” se fue a un gimnasio y allí empezó a darle duro al cordel, a la sombra, a la pera, al saco. Él no entrenaba para ser un buen boxeador, él entrenaba para ser campeón del mundo, para ganarle a todos y, de paso, ganarle a la miseria, al hambre, a los babosos de penes erectos y hediondos, a los letreros no hay vacantes, a las colas indignas, a los que querían revolver el “tachito”.

Para leer el texto completo: Use este Link.

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