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Sábado 3 de Marzo
Fuente original: http://edicionimpresa.soychile.cl/antofagasta/?fp=20120303&pag=30
Apuntes sobre el ensayo literario y la genialidad de Martín Cerda.
Daniel Rojas Pachas
El
ensayo al estar constituido a partir de la lectura de otro texto, la
contemplación de una obra artística o la íntima resonancia de una idea
ajena, ha llevado a pensar que fue escrito para comentar temas.
Reduccionismo que ignora la intertextualidad; el destacado escritor
Martín Cerda apunta a ello en su teoría y propone que el ensayista está
por debajo de esa ocupación visible, trabajando consigo mismo, así
también lo señaló Montaigne: “uno mismo es la materia preponderante de sus libros”.
Por ende, en toda preferencia (literaria, artística, biográfica)
siempre están en juego determinados valores que Benjamin ilustra al
afirmar que: “el deber de todo escritor es impedir que la historia la
hagan únicamente los vencedores, porque entonces se convierte en un
indecente delirio”. Esto implica una polémica con la propia
situación histórica, artística y vital, y es lo que se ha llamado
infratexto. El poeta Thomas Harris comenta: “El infratexto como lo
entiende Cerda, es la memoria como una forma de saber, como un
re-conocimiento de nuestra humanidad, como un recuerdo remanente de la
manada y como una invocación a la más primaria sabiduría”, en esa
medida, la elección de determinada cultura por el autor no obedece sólo a
una curiosidad intelectual, sino además, al proyecto de llegar a
identificarse con una forma de vida que fuese capaz de compensar
imaginariamente el radical desajuste con la vida de su tiempo. Signos
que constituyen el diálogo con un segundo o tercer texto encubierto por
lo explícito del ensayo. Cerda confirma esto aseverando: “Por eso
escribir sobre el ensayo exige siempre escribir ensayísticamente, es
decir, de manera fragmentada, discontinua y exploratoria”
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