Mudo manco,
eléctrico relámpago.
El dios cieno,
rodea nenúfares sinópticos;
muladares y labios
lluviosa blanca roca.
Retozando en las brumas,
veleidades belicosas.
El regazo de mujer gorda,
un cencerro pende de su ombligo
y cobija el uni-verso.
De tus amados rencores;
de tus sucintas pretensiones.
Helminto tu hijo;
reside jocoso
en las floraciones huecas.
El osario de tus labios, las cuencas
desastrosas.
Astroso, desértico,
padre oído
excelso pájaro
con rostro de niño amargo…
Marino en las dunas,
arenales pasajes del tiempo.
Odio.
Y
la gruta sabia, precipita cóncavos cuerpos.
Tus manos reciben el sacro vertedero,
emociones y
poesías ardiendo.
Daniel Rojas P.
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