La fusión nuclear imita las reacciones energéticas de las
estrellas
A propósito de “En una
nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la tierra” (Cinosargo
2013).
Por Daniel Rojas Pachas
Presentación del libro
en Arequipa – Agosto de 2013
“En
una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la tierra”
(Cinosargo 2013) opera como un collage en que se sucede lo coloquial con lo
técnico y cronístico, fragmentos históricos, caudillos y dictadores reales colisionan
con estridentes mesías y personajes de ficción que toman como base el diario
transitar argentino, y por qué no, latinoamericano.
Sátira
de lo cotidiano, en que el estado aparece como un aparato trunco en el cual
impera la cháchara, una retórica de juglares, ampulosa y con actos declarativos
tan grandilocuentes como inútiles, los diálogos e imágenes recuerdan por
momentos el genio de Kubrick en Dr. Strangelove y aunque a simple vista podrían
parecer una caricatura o espejo deforme del mundo, en esa paradoja entre lo
real y especulativo, radica el giro y la grandeza de Arens y su poética sci-fi
capaz de bombardear las barreras entre lo ridículo y desfachatado de nuestro
actuar y lo que se considera fantasioso e imposible.
El
absurdo y el humor son las armas del autor para desnudar lo ficcional de los
discursos que nos gobiernan, mientras que hilvana la irrealidad encarnada en el
avatar fisicoculturista que es Enrique y su moderna Arca de Noe interespacial, a
esta figura hay que sumar la guerra atómica como una proyección apocalíptica
del miedo que legó la guerra fría y no pasar por alto la fascinación infantil
por la era espacial además de la nanotecnología y el futuro que Arens dibuja
como parte de un mundo distópico, representado ejemplarmente por el cuerpo y
devenir de Barilatis.
Cito
de la obra:
Barilatis
fue propietario y operador de la F.M. Stop.
A
los cuarenta y dos años
tuvo
una obstrucción parcial en una arteria.
En
principio no quiso operaciones.
Asistido
por un médico homeópata
radicado
en Pehuen-Có,
trató
la disolución de su coágulo
en
base a un tratamiento sustentado
en
una alimentación rica en fibras,
baja
en grasas y azúcares, vitamina C
y
dos vasos diarios de un licuado
de
manzanilla, naranja, aloe vera y berro.
Sin
obtener resultados favorables,
decidió
someterse a una cirugía
consistente
en la inserción de nanobots
programados
para la eliminación de toxinas,
bacterias,
células específicas, etc..
Desde
ese día
lleva
en la parte superior de su mano derecha
una
pantalla que mediante sensores
colocados
en todo el organismo
recopila
y transmite datos incesantemente.
Este
tipo de cruces y enredos entre realidad y ficción son a fin de cuentas muestras
de la literatura de avanzada que Arens trabaja y que termina por concretarse en
las expectativas del lector como una radiografía, el anverso iluminador y
desconcertante de lo que hemos sido y seremos como especie.
Me
parece valioso citar lo que el poeta Omar Chauvié señala sobre la épica de
Enrique “Aunque
la lengua es móvil, el texto prefiere sus formas quietas, aprovecha el lenguaje
congelado o anquilosado de las leyes, las cronologías enciclopédicas, los
enunciados propios del prontuario, las formas corrientes del lenguaje
periodístico, las instancias previsibles de la entrevista, en una disposición
muchas veces formularia, informativa, para redirigirlos a nuevas zonas de
significación. De esta manera, Arens hace la historia con un conjunto de objetos
transparentes que logran la refracción (del sentido) en estos oportunos modos
de combinación.”
La
temprana reedición de En una nave… por parte de Cinosargo en Chile, luego de su
exitosa edición argentina vía Vox Ediciones el 2011, demuestra que Germán Arens
con este libro trasciende las fronteras no sólo de su país sino de los límites
del imaginario poético en nuestra lengua.
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