Escribimos para vengar el
cuerpo y la materia
unidos en la fosa
irreparabilísima del
tiempo.
Nos prometimos
cobijados por algo similar
al amor materno
jamás volver a escribir en
primera persona
a riesgo
de traicionar la realidad y
hacer superficial los eufemismos.
Cuán sencillo es abrazar
un relato fallido y
dejarnos cautivar
por el silencio de nuestras
muertes en bandeja,
a ojos del público -sin
tregua-
sin ese guión
que nos fascinaba y
pretendimos a tientas...
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