vengada a dientes
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escribimos para perpetuar el miedo
vengar silencios
a los que jamás hubo acceso.
Como el hombre ante las puertas de la ley
nos sacrificaron en los márgenes de la historia
heredades de una lengua, mutismos del ADN
-en la puerta del horno se quema el pan- dice Vallejo
y Lucho Hernández
quizá hubiese sido un viejo che su mare,
viviendo al final de mi pasaje.
Pobres palpitaciones.
La nostalgia tras aprender a memorizar la tabla del nueve
tristes noches
de televisión por cable
¿a dónde fueron a parar
todos esos rostros? / voces que nunca quisiste conocer en aquellos años universitarios
¿a dónde fueron a parar
esas series de sábado a las seis de la tarde?
El obrero baila al compás de los ramones, desorientado...
violentar la fuente de soda con ciertas estridencias
como un poema
lleno de rimas caducas
y una cadencia deplorable.
¿Es gratuito su llanto?
¿por qué buscar la enfermedad en un cuerpo que pide a gritos ser amado?
Son las delicadezas tras una sopa fría
y el recuerdo doloroso
de una madre trabajando junto a su vieja radio
hasta que claree
Tanta humanidad sacrificada
en pos
de unas imágenes
y la crudeza de la metonimia.
Daniel Rojas Pachas
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