Hace pocas semanas se realizó en Valparaíso el “Encuentro Chileno de Editoriales Independientes Latinoamericanas”, organizado por la poeta Gladys González en colaboración con Felipe Moncada, de Ediciones Inubicalistas, que congregó a invitados de Chile, Bolivia, Argentina y Perú, y que finalizó con un libro de ponencias de los participantes. En él se realizaron mesas de conversación y debate abiertas al público sobre propiedad intelectual, historia del diseño gráfico y literatura infantil, entre muchas otras temáticas, además de reunir a cerca de 40 representantes de distintas editoriales independientes del Cono Sur para conversar sobre los ejes estratégicos de la industria editorial cultural y sus dificultades.
Fuente: http://eldesconcierto.cl/la-nueva-ruta-de-los-libros-editoriales-latinoamericanas-e-independientes/
Por Tania Encina V.
El fenómeno de las editoriales independientes o culturales, que viene en ascenso hace algún tiempo a nivel mundial, ha prendido con fuerza en nuestro país, potenciado por la visibilidad en prensa y la capacidad de dinamizar la escena literaria y el debate crítico dentro del circuito del libro que han logrado instalar algunas de estas editoriales. En primera instancia se agruparon en la Asociación de Editores de Chile, y aunque han variado en sus formas y constitución, cada una con su especificidad ha aportado en la introducción de temáticas sociales, políticas y literarias en el campo cultural, como lo muestran las trayectorias de casas como LOM, Cuarto Propio, Ocho Libros, Uqbar o Pehuén, que han ido abriendo, a través de sus publicaciones, nuevas franjas de lectores y conquistado buena parte de un mercado regido draconianamente por las leyes del mercado que sirven de biblia a las editoras transnacionales.
A esto se suma la aparición, en los últimos años, de una nueva camada de editoriales más pequeñas en tamaño y facturación, pero que han ido logrando un alto impacto, principalmente a través de sus publicaciones literarias y de eventos como la Furia del Libro (cuya versión 2012 se realizará los días 14, 15 y 16 de diciembre en el GAM), que congrega a buena parte de los proyectos editoriales que han surgido en los últimos cinco años y que asistieron a este encuentro en representación de Chile, como Alquimia Ediciones, Das Kapital, La Calabaza del Diablo, Editorial Cuneta, Cuadro de Tiza, Ripio, Libros del Perro Negro y Narrativa Punto Aparte, entre otras, a las que se sumaron las argentinas Belleza y Felicidad, Vox y Mansalva, la peruana Paracaídas y la boliviana Yerbamala Cartonera, por mencionar algunas.
Son estas propuestas las que vienen a complementar y desarrollar un nuevo trabajo en el campo de la edición, apoyándose muchas veces en sistemas de producción artesanal, grados variables de autogestión y la apuesta por catálogos capaces de introducir dinamismo a una escena literaria que aparecía de capa caída, corriendo los riesgos inherentes a la publicación de autores emergentes a los que los representantes locales de las trasnacionales difícilmente dan cabida en sus agendas. De ahí la importancia del encuentro realizado en octubre, según señala su organizadora, Gladys González: “Entre ellos [los editores] siempre se presentaba la problemática de realizar un encuentro, mesas de conversación, presentaciones de libros, ferias, para ver el trabajo que estaban desarrollando cada uno, no solo en Chile sino que a nivel latinoamericano; y bueno, como vi que había interés decidí armar el proyecto, principalmente para que se conozcan, conversen, y también se puedan generar estrategias de distribución”.
La apuesta del discurso propio Uno de los principales objetivos del encuentro fue levantar información sobre las principales propuestas, ejes y desafíos que enfrentan, como la distribución, las formas de producción, el diseño editorial, la figura del editor, la formación de catálogo y la discusión sobre la dimensión social y política del trabajo editorial. Como explica el periodista de la “Revista de Libros” de El Mercurio y miembro de Ediciones Lastarria, Pedro Pablo Guerrero, el encuentro fue “una experiencia necesaria. Creo que es la única manera en que los peces chicos consigan actuar como pez grande, uniéndose, creando estas redes, compartiendo experiencias, polemizando (…). Creo que también es la única manera para que las grandes editoriales no terminen beneficiándose de los hallazgos de las pequeñas editoriales.
Los editores pequeños no pueden hacerle la pega a los grandes, este trabajo que es descubrir autores, apostar, buscar nuevos géneros”. Si bien no cabe duda de que la producción y circulación del libro resulta de vital importancia para la generación de conocimiento, la capacidad de comprensión de mundo y la democratización de la educación, entre otros elementos, cabe preguntarse si discursiva y prácticamente estos proyectos editoriales constituyen en efecto un fenómeno contracultural o de cierta proyección política, como algunos plantean.
Entendiendo las grandes limitaciones que enfrentan los editores culturales, sus ejes de trabajo han girado históricamente en el planteamiento de discursos críticos, fundamentalmente mediante la publicación de autores inéditos o que trabajan temáticas instaladas fuera de los marcos de referencia e interés de las gerencias comerciales de las trasnacionales. En este sentido, uno de los logros más relevantes de las editoriales independientes ha sido, aunque mediante una práctica muchas veces errática, romper efectivamente el cerco en torno, en primer lugar, a los espacios de la crítica, y en una segunda instancia, aunque todavía no del todo desarrollada, a los propios lectores, generando nuevos espacios para la circulación continental del texto, principalmente en géneros abandonados por el circuito comercial, como la poesía y, algo más atrás, el ensayo.
Esto ha representado una real dinamización de las escenas literarias de cada país, las que hasta hace no demasiado tiempo, y debido a las políticas de publicación de las sedes locales de las trasnacionales, acababan convertidas en reflejo de los catálogos europeos, o bien copadas por los catálogos con que las grandes editoriales inundaban las librerías y los ratings de venta de los periódicos. Construyendo un nuevo circuito para el libro Sobre cómo se ha ido cimentando la escena editorial independiente, Gustavo López, director de la editorial argentina Vox, señala que “hubo un movimiento en Argentina, que es lo que conozco, y veo que también en otros lugares de Latinoamérica, en que hay un frente de editoriales que impulsan un tipo de literatura que normalmente no tiene lugar, o tiene un lugar muy escaso en eso que es el mercado o las librerías, el mundo de la crítica y demás, y sin embargo produce grandes escritores.
En Argentina fue producto del aporte de un grupo de editoriales pequeñas, como Siesta, Ediciones del Diego, Eloísa Cartonera, y el aporte de artistas muy importantes, como Damián Ríos. También Mansalva, que es una una editorial modelo; todas ellas le disputan de igual a igual el trabajo a las grandes editoriales con un excelente catálogo, uno de los mejores de la literatura latinoamericana actual.
Son iniciativas de poetas o de una persona, como arrancando de cero, pero teniendo una conciencia y dando cuenta de que hay una producción en el campo literario argentino muy sólida, que tiene muchos lectores que los están buscando”. Daniel Rojas Pachas, director de la ariqueña Editorial Cinosargo, agrega “(para nosotros) la cuidad más cercana que tenemos en Chile es Iquique, que está a seis horas por tierra y los pasajes en avión son súper caros. En cambio, Tacna queda a 45 minutos, entonces es natural buscar esas vinculaciones que nos permiten encontrar pares con los cuales podemos organizar ferias, encuentros (…). Ahora hemos estrechado buenos lazos con México, (…) nos resulta mucho más económico viajar a México desde Perú que ir a Puerto Montt, entonces es natural buscar esos mercados. Nosotros trabajamos con imprentas peruanas, hay otras editoriales a nivel local que han empezado a replicar el modelo, hay también un proyecto cartonero, entonces creemos que el siguiente paso es armar una especie de federación de editoriales del norte para ir ganando espacios y así poder traer material desde Perú. Nosotros ya tenemos toda la logística para la internación de libros, entonces si traemos nuestros libros podemos también traer libros de gente de Perú, de Ecuador, contribuir a este panorama de la industria cultural del libro”.
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