Sobre SOMA, de Daniel Rojas Pachas
Mientras estaba en preparación la edición de SOMA de Pachas en Limón Partido, preparé un texto que hubiera servido como prólogo al mismo. Por diversas circunstancias el texto no pudo ser incluido en la edición (lo cual fue beneficioso, porque la tarea de prologar SOMA quedó en las capaces manos de Carmen Berenguer), así que lo comparto por acá, celebrando las futuras presentaciones del libro en México, las cuales contarán con la asistencia del autor, quien se encuentra en nuestro país asistiendo a la Feria del Libro del Zócalo y al Festival de Poesía Subterráneo 2012. Sólo una precaución: el texto termina abruptamente porque lo que hago en este momento es ventilar un aborto, un texto en proceso que espero tener ocasión de retomar en algún momento. Hay mucho más que decir sobre SOMA.
Y pues eso.
JR
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Sobre SOMA, de Daniel Rojas Pachas
La vida es un juego de rol, el problema es que no viene con el instructivo incluído: todos quieren ser el dungeon master, todos necesitan que los veas jugar, que escuches su música, leas su libro, escuches la última epifanía que tuvieron y resulta que dedicarse a escribir es dedicarse a mil cosas que no tienen nada que ver con escribir. Y lo maravilloso de meter la cara (y los belfos, y las patas, todas, de una vez, porque qué) es encontrar de pronto producciones que laten, que están vivas, a veces, a pesar de sí mismas, a pesar de que un hundimiento absoluto sería plenamente justificable..
En el caso de SOMA de Daniel Rojas Pachas tenemos cinco series bien diferenciadas a modo de episodios paralelos en las que su autor juega a la autoficción, juega al cover, juega a la confesión: juega. Pero, como saben los aficionados a los juegos de rol y a los videojuegos, es muy distinto simplemente jugar por jugar que ponerse a jugar en serio. A diferencia de los libros anteriores de Pachas que conozco (GRAMMA y Carne, ambos publicados por el sello Cinosargo), donde la rabia y el experimentalismo formal se estructuraban en el tenor de la escritura como tema, en SOMA Pachas enfoca sus recursos hacia ese alrededor de la escritura, a lo que orbita la escritura y, como el soma de Aldous Huxley en Brave New World, amenaza con anesteciar la percepción. La realidad, digamos de pronto, es la droga de prescripción que permitirá acercarnos inofensivamente a la realidad. Si lo permitimos. Digo “si lo permitimos” porque en Pachas hay un continuo gesto subversivo, contestatario o, como él mismo se ha referido a sí mismo, “una cara de hueón pajeado.”
Paremos en seco este prólogo. ¿De qué hay que hablar para hablar de SOMA? ¿De la adopción de un proceso organizativo azaroso en sus momentos random que confiere iguales posibilidades a una serie que se antojaría infinita?, ¿de la elección de la transversalidad referencial como condición de una generación (siempre dudoso concepto) que tiene su épica en el manga japonés, los cómics gringos y las películas de acción, a la vez que referencias filosóficas de Guatarri o Nietszche?, ¿de lo que especulo en mi cabeza sobre lo bien que se llevarían Pachas y Eduardo de Gortari, ya que ambos toman canciones de rock como puntos de partida para coverearlos, a la manera de las bandas de garage que muchos de nosotros tuvimos en los años de formación, y que otros como Julián Herbert, han continuado por largo tiempo? Difícil decisión. Optaré por disfrazar, a la manera del cosplay, este prólogo con la estructura misma que Pachas adopta para SOMA, dando un pequeño apunte sobre cada una de las cinco secciones que lo componen.
Random está conformado por “momentos random”, fragmentos de tiempo aleatorio que tienen cohesión estructural, pero por la misma intervención del azar, asumimos que es un conjunto coyuntural, accidental: que esta serie podría sustituirse por otra. La escritura adopta aquí un tono narrativo a la manera de viñetas familiares, recuerdos escolares, capítulos creados por la memoria. Como en los reproductores de música, ponemos “random” cuando no queremos encontrar una canción, sino que queremos que sea una canción (cualquiera, pero no cualquiera) la que nos encuentre. Perdemos el control en el procedimiento de randomización. Este procedimiento fue utilizado también en el libro Shuffle del vecino de Tijuana, Aurelio Meza, pero en clave ensayística: lo aleatorio es la combinatoria de lo real “puro”, en su violenta indiferenciación e indiferencia. Es el escritor quien, a través del trabajo, introduce una diferencia en lo real, un peso o, para bajar un poco el tono, un punto de vista.
Hacia el final del libro Pachas tiene otras provocaciones (el que quiera ver en esto “poemas”, que busque en otro lado) autoficcionales: en la sección “Bestiario” tenemos un ejercicio en algo que yo llamaría un “género menor”, la escritura de fichas biobibliográficas, esas que a todos nos piden para publicar y cuya redacción implica en algunos casos la meditación sobre el propio trabajo y, en otros, una puerta abierta al ego. Las fichas presentadas de escritores, artistas y místicos (reales o ficticios, poco importa) asumen también la posibilidad de intervención textual en eso que llamé “géneros menores”, cosas que son escritura pero no son ESCRITURA, así, de esa que se premia en certámenes nacionales y prestigiosos, además de ser un ejercicio crítico interesante: pensar desde la poesía o pensar mal.
Por último, Send me a postcard darling tiene una filiación clara con los epistolarios y con la poesía conceptual: una historia se cuenta a pesar de sí misma a través de los rastros y las ruinas, de la presentación documental (ficcionada parcialmente por lo real, parecería decir Daniel) de un intercambio de mails entre el personaje Pachas y un otro que, como muchos personajes y personajas de SOMA, requiere atención y la requiere ahora, pero no está dispuesto a merecerla.
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