miércoles, 16 de mayo de 2012

Texto de Daniel Rojas Pachas publicado en libro Chile mira a sus poetas (Editorial Pfeiffer y Pontificia Universidad Católica de Chile)


A continuación algunos fragmentos del texto de estudio de Daniel Rojas Pachas: “Hacia una panorámica de la poesía en el Norte Grande: La XV región de Arica y Parinacota”

Para entender el desarrollo y madurez de la poesía dentro de la frontera norte de Chile, es importante evaluar una serie de etapas y nombres destacados, tanto dentro del ámbito local como nacional e internacional,  cada una aportando desde sus diferencias una cuota de creatividad y dinamismo a las voces y sentir de esta región del país. 

Una primera fase abarca a los poetas de la primera mitad del siglo XX que podemos hallar en estrecha relación con los  destacados autores de la década del 20, generación de vanguardia y esteticismo que incluye la obra de María Monvel, Nana Gutiérrez, Escilda Greve, Homero Arce, Andrés Sabella y Mario Bahamonde, los dos últimos pese a ser autores de la segunda región, se mencionan por su aporte incansable al estudio de la literatura del norte grande, así como por la influencia y  apoyo que significaron en la educación y formación de posteriores voces de la zona.

Vale la pena destacar en este punto a la más joven de todos ellos, y que pasaría a juicio de sus contemporáneos a ser la bisagra con otra importante generación de autores nacionales de la generación del cincuenta: Nana Gutiérrez, poeta de actitud trágica y desafiante, sonrisa espléndida, plena de soledad y reflexión ante la comedia humana, condición que sus compañeros destacaban.  Obras recomendadas de la autora son: Manos arriba, Insectario y el libro Por el rabo del ojo, elogiado en Italia por Pablo Neruda. 

Llegada la década de los sesenta aparece un segundo grupo de poetas de gran valía, compuesto por creadores que formarán parte de la generación afectada por el llamado apagón cultural.  Este complejo momento del devenir nacional es la atmósfera propicia para el desarrollo de autores como Óscar Hahn, en ese entonces académico de la ex  Sede Arica de la Universidad de Chile.  También destacan Luis Araya Novoa, poeta  aún vigente en su producción junto a otro autor de corte fundacional, José Morales Salazar. Juntos promueven una línea poética telúrica y de rescate naturalista en sus talleres y publicaciones. José Martínez Fernández, crítico literario y director de Palabra Escrita actualmente radicado en Santiago es, en aquel momento, uno de los jóvenes que junto a Ariel Santibáñez, poeta desaparecido a corta edad, acompañan la fundación de la Revista Tebaida. La idea no pudo concretarse en Santiago y avanzó rápidamente hacia el norte, haciendo escala en Antofagasta, donde se sumaron Andrés Sabella (Norte Grande), Luis Moreno Pozo, Guillermo Ross-Murray, Mario Bahamonde (Antología de la Poesía nortina) y el poeta visual Guillermo Deisler.  El  primer número aparece en 1968. En Arica cuenta con el apoyo de la Universidad de Chile con sede en la ciudad. Esta empresa fue fundada por un grupo de amigos encabezados por la calidad humana y profesional de Alicia Galaz Vivar y por su pareja Oliver Welden, poeta radicado hoy en Europa y ganador del Premio Nacional "Luis Tello" con su obra Perro del amor. El nombre propuesto para la revista, tenía como referencia la antigua Tebas y buscaba ser una fortaleza de amistad, cuyo principal vehículo era la poesía. Publicaron allí también poetas como Marchant, Morales Fuentes, Arturo Volantines y Welden.

Dentro de los logros de Tebaida, antes de su desintegración y diáspora, se cuentan giras por América, encuentros en Arica con poetas peruanos como Carlos Germán Belli, Alejandro Romualdo, Washington Delgado y Winston Orrillo; intercambios y diálogos con otras revistas de Chile y el mundo, lo cual conlleva la traducción de poetas norteamericanos como Hugh Fox y el francés Robert Guyon y la presencia de muchos autores destacados que integran la llamada generación del sesenta: Gonzalo Millán, Waldo Rojas, Omar Lara.  Esto marca la importante correspondencia con otras revistas universitarias de poesía y literatura de ese momento, como Arúspice, Orfeo y Trilce. 

Un último grupo reconocible es este rápido panorama, comprende el trabajo poético realizado a partir del regreso a la democracia, tanto por novísimos como por autores ya consagrados. Se destacan aquí movimientos que surgen a partir de los ochenta para consolidarse a fines de los noventa con publicaciones de estética variada, textos de corte hiperrealista, fundacional y retaguardista, postmodernos e hiperconscientes del fenómeno creativo y que se dan cita ya no sólo en papel, sino además de manera digital.  En esta línea están grupos como Vertizonte, Rapsodas Fundacionales, Cinosargo. Esta última, además de ser una revista, es una editorial con proyecciones y alcance nacional e internacional, de carácter independiente y contracultural. Se destaca en lo estético el cruce de géneros, la hibridación lingüística y la polisemia exacerbada y caótica,  todo de la mano de  autores que bordean los treinta años y que han logrado premios y ostentan publicaciones con recepción crítica positiva. Se cuentan entre otros: Rolando Martínez, Markos Quisbert, Daniel Rojas Pachas, Tito Manfred, Mauro Gatica, Alejandro Jordán, Pablo Espinoza Bardi y Juan Podestá Barnao.



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