A
continuación algunos fragmentos del texto de estudio de Daniel Rojas Pachas: “Hacia una panorámica de la poesía en el
Norte Grande: La XV región de Arica y Parinacota”
Para entender el
desarrollo y madurez de la poesía dentro de la frontera norte de Chile, es
importante evaluar una serie de etapas y nombres destacados, tanto dentro del
ámbito local como nacional e internacional,
cada una aportando desde sus diferencias una cuota de creatividad y dinamismo
a las voces y sentir de esta región del país.
Una primera fase
abarca a los poetas de la primera mitad del siglo XX que podemos hallar en
estrecha relación con los destacados
autores de la década del 20, generación de vanguardia y esteticismo que incluye
la obra de María Monvel, Nana Gutiérrez, Escilda Greve, Homero Arce, Andrés
Sabella y Mario Bahamonde, los dos últimos pese a ser autores de la segunda
región, se mencionan por su aporte incansable al estudio de la literatura del
norte grande, así como por la influencia y
apoyo que significaron en la educación y formación de posteriores voces
de la zona.
Vale la pena
destacar en este punto a la más joven de todos ellos, y que pasaría a juicio de
sus contemporáneos a ser la bisagra con otra importante generación de autores
nacionales de la generación del cincuenta: Nana Gutiérrez, poeta de actitud
trágica y desafiante, sonrisa espléndida, plena de soledad y reflexión ante la
comedia humana, condición que sus compañeros destacaban. Obras recomendadas de la
autora son: Manos arriba, Insectario y el libro Por el rabo del ojo, elogiado en Italia por Pablo Neruda.
Llegada la
década de los sesenta aparece un segundo grupo de poetas de gran valía,
compuesto por creadores que formarán parte de la generación afectada por el
llamado apagón cultural. Este complejo
momento del devenir nacional es la atmósfera propicia para el desarrollo de
autores como Óscar Hahn, en ese entonces académico de la ex Sede Arica de la Universidad de Chile. También destacan Luis Araya Novoa, poeta aún vigente en su producción junto a otro
autor de corte fundacional, José Morales Salazar. Juntos promueven una línea
poética telúrica y de rescate naturalista en sus talleres y publicaciones. José
Martínez Fernández, crítico literario y director de Palabra Escrita actualmente
radicado en Santiago es, en aquel momento, uno de los jóvenes que junto a Ariel
Santibáñez, poeta desaparecido a corta edad, acompañan la fundación de la Revista Tebaida. La idea no pudo
concretarse en Santiago y avanzó rápidamente hacia el norte, haciendo escala en
Antofagasta, donde se sumaron Andrés
Sabella (Norte Grande), Luis Moreno
Pozo, Guillermo Ross-Murray, Mario Bahamonde (Antología de la Poesía nortina) y el
poeta visual Guillermo Deisler. El
primer número aparece en 1968. En Arica cuenta con el apoyo de la
Universidad de Chile con sede en la ciudad. Esta empresa fue fundada por un
grupo de amigos encabezados por la calidad humana y profesional de Alicia
Galaz Vivar y por su pareja Oliver Welden, poeta radicado hoy en
Europa y ganador del Premio Nacional "Luis Tello" con su obra Perro del amor. El nombre propuesto para la revista, tenía como referencia la antigua
Tebas y buscaba ser una fortaleza de amistad, cuyo principal vehículo era la
poesía. Publicaron allí también poetas como Marchant, Morales Fuentes, Arturo Volantines
y Welden.
Dentro de los
logros de Tebaida, antes de su
desintegración y diáspora, se cuentan giras por América, encuentros en Arica
con poetas peruanos como Carlos Germán Belli, Alejandro Romualdo, Washington
Delgado y Winston Orrillo; intercambios y diálogos con otras revistas de Chile
y el mundo, lo cual conlleva la traducción de poetas norteamericanos como Hugh Fox y
el francés Robert Guyon y la presencia de muchos autores destacados que
integran la llamada generación del sesenta: Gonzalo Millán, Waldo Rojas, Omar
Lara. Esto marca la importante
correspondencia con otras revistas universitarias de poesía y literatura de ese
momento, como Arúspice, Orfeo y Trilce.
Un último grupo
reconocible es este rápido panorama, comprende el trabajo poético realizado a
partir del regreso a la democracia, tanto por novísimos como por autores ya
consagrados. Se destacan aquí movimientos que surgen a partir de los ochenta
para consolidarse a fines de los noventa con publicaciones de estética variada,
textos de corte hiperrealista, fundacional y retaguardista, postmodernos e
hiperconscientes del fenómeno creativo y que se dan cita ya no sólo en papel,
sino además de manera digital. En esta
línea están grupos como Vertizonte, Rapsodas Fundacionales, Cinosargo. Esta
última, además de ser una revista, es una editorial con proyecciones y alcance
nacional e internacional, de carácter independiente y contracultural. Se
destaca en lo estético el cruce de géneros, la hibridación lingüística y la
polisemia exacerbada y caótica, todo de
la mano de autores que bordean los
treinta años y que han logrado premios y ostentan publicaciones con recepción
crítica positiva. Se cuentan entre otros: Rolando Martínez, Markos Quisbert,
Daniel Rojas Pachas, Tito Manfred, Mauro Gatica, Alejandro Jordán, Pablo
Espinoza Bardi y Juan Podestá Barnao.
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