LOS MOJARRAS
“triciclo perú”
(del texto en proceso -SOMA)
“triciclo perú”
(del texto en proceso -SOMA)
Era el final de los noventa… ¿recuerdo esa época?… era un pendejo y fue el último viaje que hice con mamá a cualquier sitio… tuvo que ser Lima y Fujimori todavía era presidente, hoy las cosas son aún más absurdas, oscuros personajes re-aparecen con mayor poder y tribuna… Una prueba viva de lo imbécil de la gente y lo poco originales que somos. Como decía en una entrevista Reinaldo Arenas… vaya manera de demostrar que en América el tiempo y la memoria a largo plazo no existen… Me acuerdo del paquetazo, el tren eléctrico, el terrorismo y todo aquello de lo que se hablaba y respiraba cuando vivimos acá a fines de los ochenta. Me encantaba Mónica Santa María, en realidad todas las minas de nubeluz. Fue una época extraña… recuerdo la música de 90 segundos… puto Vangelis, no lo puedo escuchar sin sentir nausea… pienso en Abimael Guzmán, Tarata… el racionamiento eléctrico y los motores a gasolina sonando para que pudiésemos tener luz y las máquinas de la fábrica de mis viejos siguieran produciendo… un pequeño burgués… todo se resume y comienza allí… un pequeño burgués anclado a la figura de Flaubert alega Sartre… yo con cueva tenia a los thundercats.
recuerdo esas mañanas, demasiado frágil para estar en el patio con los otros niños, enajenado viéndolos jugar a la pelota, ausente desde un ventanal de la sala de clases mientras dibujaba y escribía algunas historias, más bien re-escrituras de los dibujos que veía en esos días, los halcones galácticos, los thundercats, el super agente cobra y el festival de los robots… episodios que luego interpretarían mis gijoes como actores de un guion nunca acabado… fue un tiempo confuso, sentirse como un pez fuera del agua con un conocimiento temprano de la muerte diría Chinasky, tener que aprender a respirar de modo pausado por culpa de ese estúpido asma, demasiado resguardado, casi un niño burbuja. -No corras, cuídate de sudar y no te agites que te hace mal.- Exonerado de educación física -oye y ¿por qué tú no juegas con nosotros?- -estoy enfermo- -déjalo está fallado- parte de otra burbuja, una privada, en una ciudad violenta, demasiado rápida para un pobre asmático. No conocí la calle hasta las quince, mi mundo era como esas fantasías de Kate Winslet en criaturas celestiales, con todo y Orson Welles incluido, sólo que en mis sueños el viejo Welles era la voz de Unicron, una cabeza gigante de robot con unos bigotes muy parecidos a Ming, el enemigo de Gordon en los defensores de la tierra, tragándose todo a su paso, igual que el miedo en mi casa, miedo a que un día me olvidara de respirar o simplemente no pudiese hacer llegar aire a mis pulmones y callera fulminado por las fiebres… y cómo pasar por alto las frotaciones, los inhaladores, las vacunas y los costosos tratamientos y el telón de fondo, los otros niños en el colegio, normales, corriendo en los patios que hablaban de espacios inaccesibles y risas que no compartiría jamás – los orígenes del inadecuado social del mañana – y qué hay del miedo al terrorismo, los márgenes del encierro, ese que todos compartimos… los apagones, los disparos a lo lejos, las sirenas, los adelantos de noticias que mostraban entre comerciales de salvado por la campana o Ulyses 31, cuerpos desmembrados siendo subidos a la parte trasera de una camioneta, una sabana roja, húmeda aún, mujeres llorando, una voz que denuncia y pide ayuda al gobierno, caídas de torres eléctricas que ocasionarían nuevos apagones y una nota que hablaba de Volkswagens, escarabajos como el que tuvo mi madre durante esos años en Lima, cientos de autos sustraídos para luego ser utilizados como coches bomba afuera de un edificio de la PIP y de repente la evasión, comerciales anunciando las nuevas figuras de las tortugas ninjas que podías comprar en Wong… no habían demasiadas opciones… era mejor vivir fuera, en cualquier sitio… lejos, quizá en esos incipientes guiones, en la poesía… en algunas palabras inútiles que podían salvarte aunque fuese un rato…
Recuerdo haber leído… “creo ver lo que vi es una creencia y de improviso es cierto, lo estoy viendo pero en otro lugar. Y ¿por qué en otro? Más bien todo en un sitio sin lugares ni estables perspectivas ni, en fin, nada….”
y (((…)))
recuerdo esas mañanas, demasiado frágil para estar en el patio con los otros niños, enajenado viéndolos jugar a la pelota, ausente desde un ventanal de la sala de clases mientras dibujaba y escribía algunas historias, más bien re-escrituras de los dibujos que veía en esos días, los halcones galácticos, los thundercats, el super agente cobra y el festival de los robots… episodios que luego interpretarían mis gijoes como actores de un guion nunca acabado… fue un tiempo confuso, sentirse como un pez fuera del agua con un conocimiento temprano de la muerte diría Chinasky, tener que aprender a respirar de modo pausado por culpa de ese estúpido asma, demasiado resguardado, casi un niño burbuja. -No corras, cuídate de sudar y no te agites que te hace mal.- Exonerado de educación física -oye y ¿por qué tú no juegas con nosotros?- -estoy enfermo- -déjalo está fallado- parte de otra burbuja, una privada, en una ciudad violenta, demasiado rápida para un pobre asmático. No conocí la calle hasta las quince, mi mundo era como esas fantasías de Kate Winslet en criaturas celestiales, con todo y Orson Welles incluido, sólo que en mis sueños el viejo Welles era la voz de Unicron, una cabeza gigante de robot con unos bigotes muy parecidos a Ming, el enemigo de Gordon en los defensores de la tierra, tragándose todo a su paso, igual que el miedo en mi casa, miedo a que un día me olvidara de respirar o simplemente no pudiese hacer llegar aire a mis pulmones y callera fulminado por las fiebres… y cómo pasar por alto las frotaciones, los inhaladores, las vacunas y los costosos tratamientos y el telón de fondo, los otros niños en el colegio, normales, corriendo en los patios que hablaban de espacios inaccesibles y risas que no compartiría jamás – los orígenes del inadecuado social del mañana – y qué hay del miedo al terrorismo, los márgenes del encierro, ese que todos compartimos… los apagones, los disparos a lo lejos, las sirenas, los adelantos de noticias que mostraban entre comerciales de salvado por la campana o Ulyses 31, cuerpos desmembrados siendo subidos a la parte trasera de una camioneta, una sabana roja, húmeda aún, mujeres llorando, una voz que denuncia y pide ayuda al gobierno, caídas de torres eléctricas que ocasionarían nuevos apagones y una nota que hablaba de Volkswagens, escarabajos como el que tuvo mi madre durante esos años en Lima, cientos de autos sustraídos para luego ser utilizados como coches bomba afuera de un edificio de la PIP y de repente la evasión, comerciales anunciando las nuevas figuras de las tortugas ninjas que podías comprar en Wong… no habían demasiadas opciones… era mejor vivir fuera, en cualquier sitio… lejos, quizá en esos incipientes guiones, en la poesía… en algunas palabras inútiles que podían salvarte aunque fuese un rato…
Recuerdo haber leído… “creo ver lo que vi es una creencia y de improviso es cierto, lo estoy viendo pero en otro lugar. Y ¿por qué en otro? Más bien todo en un sitio sin lugares ni estables perspectivas ni, en fin, nada….”
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