Artículo de Daniel Rojas Pachas sobre Novela Negra en el Mercurio de Antofagasta
Novela Negra de Juan Podestá Barnao: El género policial irrumpe en la poesía.
Daniel Rojas Pachas.
Novela Negra de Juan Podestá (Cinosargo 2010) más que un poemario es una fuerza que compele a su destinatario en el rol de testigo, incluso por momentos lo hace cómplice y habitante del mundo estilizado y subterráneo que edifica. Este libro a diferencia de lo que muchos narradores al uso buscan a costa del pulp y sus estereotipos, abusando de las continuas actualizaciones del detective a lo Philip Marlowe y la femme fatale a lo Marlene Dietrich, hace una relectura del subgénero sin ser condescendiente. Desde luego toma todos los códigos, las alegorías y atmósferas, así como también las referencias dirigidas a la expectativa del lector, algunas de tipo universal, otras con alusiones más locales: Las putas colombianas, Hans Pozo, el Tila, los ratis, pero re-semantizando cada uno de sus pasos y elecciones, y en esa medida genera un diseño con una lectura profunda, metaconsciente del quehacer del escritor/asesino, por eso queda preguntarnos: ¿qué diferencia hay entre ese que escribe a puñaladas la historia que leeremos mañana en la prensa o veremos relatada en la noticias, ante aquel que juega trepanando los cráneos o destruyendo a golpes las relaciones ocultas de una mujer ficticia y su amante, también hecho de palabras, a manos de un esposo celoso que no pasa más allá de ser el delirio del autor? Podestá genera vasos comunicantes entre dos mundos que podrían en apariencia parecer desvinculados o sólo inscritos uno en el otro, en la relación creador/mundo de ficción, sin embargo, como en el periodismo gonzo acá los creadores pasan a ser parte de la noticia, y allí radica la novedad, en el descenso a las violentas entrañas del escritor que se confunde con sus mundos posibles, como dice Podestá: A veces los libros, sólo deben usarse / para trancar puertas /Afuera, el hombre de chaqueta de cuero /me espera/ con las manos en los bolsillos. La explotación del acto de sangre dentro del poemario no es casual y tampoco un mero referente, al contrario, constituye su unidad, es la médula y principio de la escritura, en realidad muchas veces su móvil. El poeta como criminal y su proceder cual clara ofensa a la cotidianidad y carácter coloquial del lenguaje (la víctima). Desde esa perspectiva, perpetrado el hecho punible y escrita la obra, el poeta Podestá da cuenta de lo ineludible: El que sabemos guarda sus utensilios / No limpia huellas, no deja rápido el / lugar / No le interesa escapar / No tiene de qué escapar.
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