La "Nueva Nortinidad" a propósito de la Antología Escritores de Arica - Antofagasta
por Alvaro López Bustamante
A raíz de ciertos hechos muy interesantes, que no viene a cuento mencionar por ahora, sostuve una discusión que derivó, afortunadamente, en ciertas consideraciones respecto a la “nortinidad” en la literatura.
Usualmente, se considera literatura nortina a aquella que habla de la pampa, en lo posible situada antes de 1960. Dejando aparte el valor histórico-testimonial, se trata generalmente de literatura orientada a generar una cierta modorra intelectual, pues existe un concepto entre místico y cómodo de lo nortino. Un misticismo de cartón piedra, en que se añora la época feliz de la juventud, sumado a la comodidad de aceptar ciertos estereotipos por su forma, no por el trasfondo histórico, emocional, o social que los originó.
Ocurre que las cosas han cambiado en 50 años, y si literatura nortina es aquella que habla de lo que pasa, digamos, más al norte de La Serena y, mejor aún, desde Vallenar al norte,entonces tenemos que hablar de otras cosas, todas derivadas de la condición de región extrema y fronteriza: La inmigración, el tráfico de drogas, el tráfico de mujeres y hombres, la pobreza, el encarecimiento material y el empobrecimiento intelectual y espiritual de la vida, y la brutal desigualdad con que todo esto pinta a la sociedad donde estamos inmersos.
El lenguaje, entonces, no es precisamente de academia, más bien, se profieren palabrotas y palabrones, las situaciones no son en general del agrado de reunioncillas de salón, sino que todo es más sucio, más violento. Menos cómodo.
Queda una sola oficina salitrera, y los íconos ya no son los mismos. Se pasa de Sabella a Bolaño, de la imitación de Neruda a la imitación de Bukowski,y ya internet no es nada especial.
¿Reivindico Norte Grande? Por supuesto, pero con narcotraficantes, y asesinos en serie. Es lo que nos tocó vivir. Es la nueva “nortinidad”. Es lo que hay.
Para saber qué diferencia la "Nueva Nortinidad", de lo existente, hay que describir lo segundo. Partamos por la poesía.
En general, la poesía nortina ha sido un apéndice de aquella en las metrópolis de más al sur. Excepciones: Oscar Hahn, Jodorowsky, Calderón, Fariña. Sin embargo, no viven en el país o la zona desde hace décadas, por lo que la cotidianeidad, la naturaleza actual de nuestra situación, poca influencia tiene en su poesía a estas alturas.
Poesía nortina: O "lárica", o imitación de Neruda y Huidobro, en menor medida de Rojas (el bueno) y de Parra. Al ser voces impostadas, se tiende a la chatura, a la repetición de tópicos, y muchas veces, hay que decirlo, a la pobreza intelectual y de vocabulario. Se confunde poesía con palabras huecas que suenan bonito, rebeldía con descripción de lugares exóticos, calidad con cantidad. Se intenta impresionar con frases altisonantes, en suma: vacío y torpeza.
En lo que llamamos "Nueva nortinidad", lo realmente nuevo está en sus temas, no en la forma. Así, en general, sus tópicos lo constituyen hechos que efectivamente ocurren al escritor, y que afectan tanto su entorno como su vida interna: Sangre, rabia, vida. Prostitución, drogas, violencia intrafamiliar, sí, pero también amor y humanidad. En las formas, podemos observar cierta adopción de la llamada neovanguardia de los '80, así como la ruptura con los corsés del modernismo de comienzos del siglo XX (tan caro a la "poesia nortina"), la influencia de la música contemporánea y los medios digitales y, lo más importante, una intensa búsqueda de la expresión propia.
Es triste que los representantes más fuertes de estas expresiones, hayan quedado fuera de la Feria del Libro santiaguina 2009, por distintas causas. Lo lamento, por la alta calidad de sus textos, y porque me parecen quizás más representativos de la lírica local, por lo actual, por lo vivo, porque representan el futuro, la dirección donde va nuestra literatura.
En la narrativa actual del norte de Chile, resulta evidente (aún más que en nuestra poesía) el viraje hacia otras posturas estéticas, distintas a lo que habitualmente se ha considerado "literatura nortina".
Y con "literatura nortina", nos referimos, a la prosa "pampina", con mayor o menor dosis de moralina o moraleja, que es básicamente donde se ha ido encasillando la identidad de nuestra zona.
Tomemos el caso de la novela "Alto Hospicio", de Rodrigo Ramos. Nos cuenta la historia del connotado asesino en serie, pero desde una perspectiva que resulta más descriptiva que axiológica o moralista. Nos habla de los inmigrantes, de la droga, de la pobreza. Del llamado "mundo de la noche". De Internet. Son temas que, me parece, están surgiendo con fuerza en estos ultimos años, en la obra de diversos autores radicados en la zona, y que se alejan del llamado "mundo pampino". La técnica narrativa también varía: se toman prestados elementos de la ciencia ficción, del cómic, y entre otras cosas, se bastardea la técnica periodística llamada "gonzo", donde el periodista es parte de la noticia, la relata desde un punto de vista netamente subjetivo, enfatizando aspectos de la misma, apelando a recursos reales y ficticios.
Se apela a la realidad actual, sucia, dura, pero innegable. El ámbito ahora es más citadino que pampino, las salitreras desaparecieron (excepto una), y ahora vivimos una cotidianeidad que une a la gente que se pierde días "arriba", en la mineria, con un collage tercermundista postmoderno, con abismantes brechas entre pobreza y riqueza, mezclados todos como en un merengue, al decir del tango. Evidentemente no es el mundo pampino al que la literatura nos ha tenido acostumbrados desde el siglo XX, sino uno igualmente duro, pero con otros códigos, otros ámbitos, otras perspectivas. Nuestro presente. Y posiblemente, buena parte de nuestro futuro.
De un tiempo a esta parte, ha ocurrido un cambio profundo en los aspectos sociales (y económicos) de la zona norte. Esto se ha ido reflejando, poco a poco, en su literatura.
A esta literatura, influida por cambios relativamente recientes, algunos hemos dado en llamarle "nueva nortinidad", para diferenciarla del tipo de literatura que se supone caracterizaría a nuestra zona. Con esto me refiero a poesías e historias de pampa, de salitreras, y todo el universo asociado a ellas.
No hablamos, entonces, de la eliminación de la literatura calichera, sino del surgimiento de nuevas generaciones, cuyo lenguaje y forma de vida están más cercanos a la condición de zona fronteriza y geográficamente extrema, situada en el patio trasero de la llamada globalización, que a nuestro imponente pasado de explotación en las casi extintas oficinas salitreras.
Esta nueva aproximación a la literatura, de la que me siento parte, no es antojadiza, ni menos un arrebato caprichoso, sino que más bien es la constatación de que numerosas escritoras y escritores -cada cual siguiendo sus propios procesos independientes- han arribado a cierta estética común y a la consideración de temáticas semejantes, que son las que ya he mencionado en los anteriores artículos. Es posible que, "sin querer queriendo", haya nacido una especie de "colectivo imaginario", como lo llama un amigo, pues estas escritoras y escritores, además de rescatar el concepto de solidaridad entre pares, concuerdan - esto se ve leyendo las distintas obras - en una redefinición del concepto de "nortinidad" en lo literario.
Es razonable pensar que este proceso seguirá un largo tiempo: podemos distinguir escritores de valía en esta línea, lo que asegura representantes dignos del proceso. Ellos - esperemos - le cambiarán la cara a la literatura nortina.
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