jueves, 10 de diciembre de 2009

Aguante Barreda - Crónica roja y ficción como parte del ideario de masas en latinoamerica.


"Aguante Barreda" - Crónica roja y ficción como parte del ideario de masas en latinoamerica.

por Daniel Rojas Pachas

“Aguante Barreda” es una novela corta del escritor y artista argentino Alejandro Colliard, es una obra dinámica que utiliza como principal estrategia textual la concisión de los capítulos para exponer a través de su brevedad y precisión léxica una versión absurda y esperpéntica de lo que podría ser la vida de Ricardo Barreda tras su liberación. Colliard se apropia de manera efectiva y con gran comicidad, especialmente con humor negro y mucha ironía del hecho verídico. Abarca tangencialmente tanto el crimen ocurrido hace 16 años como la situación que vive hoy su principal actor. A la fecha Barreda cumple su condena con arresto domiciliario en la calle Belgrano, lugar en que está ubicado el hogar de su nueva pareja Berta André “Pochi”. La conmutación de la pena que favorece al autor de la sangrienta masacre desplegada en contra de su mujer, suegra e hijas un domingo 15 de noviembre de 1992, es producto de su avanzada edad y otros beneficios que contempla la ley penal Argentina. En el 2012 el odontólogo platense podrá optar a libertad condicional pese a haber sido originalmente sentenciado a cadena perpetua.

Partiendo de este hecho, Colliard realiza una proyección satírica de la sociedad Argentina y porque no, latinoamericana, aglutinando factores culturales, mediáticos y políticos. En este último apartado aparece un importante elemento que vincula a la novela con el mundo externo a la ficción, el Dr. Carlos Ruckauf, Gobernador de Buenos Aires, que a lo largo de su carrera ha ocupado numerosos cargos incluso el de vicepresidente durante el gobierno de Menem. Esta figura pública aparece en la historia como un gatillante de la acción, movido por ansias de poder caricaturizadas al extremo. Ruckauf es un manipulador de los medios y partidario acérrimo de las estadísticas por encima de cualquier implicancia ética. Colliard aprovecha esta condición y diseña una agenda ficticia en la cual Ruckauf muestra interés en la popularidad de Barreda para así explorar los mecanismos psicológicos de la masa. Cual bandada de palomas, el pensar colectivo se expone en todas las aglomeraciones que rinden pleitesía, apoyo y conmiseración a Barreda.

En forma individual, la policía y los taxistas son usados en la narración como barómetros del sentir general el cual eleva al psicópata a la categoría de ser mítico y heroico, que amparado por juicios de aprobación a causa de su espíritu trágico, de su travesía de dolor y supuesta purificación, se torna digno como epónimo Hércules o Jason capaz de arrasar sin el menor reparo a toda una comunidad gracias a lo que se comprende como una razón legitimada, en este caso, la defensa de su hombría.

El sentir gregario tal como Colliard lo expone, ve en este personaje de la crónica roja, con una sobre exposición que nada tiene que envidiar a Charlie García; a un icono que rescata los derechos del oprimido, del ninguneado por su propia familia, y que actuó en defensa de un valor superior, la unión familiar erosionada por la crueldad de la suegra, el abuso de la esposa y el irrespeto de las hijas. El tema toma ribetes de misoginia y falocentrismo cultural, otra lectura presente en el texto y que es coherente con la actitud de Barreda y la revisión del peritaje de psicólogos a cargo del caso.

Estos discutieron durante el proceso acerca de una posible homosexualidad reprimida o crisis de identidad sexual no resuelta: “como Barreda no pudo matar a la mujer interior, la del subconsciente, asesino a todas las mujeres de su vida diurna” El tema por tanto tiene proyecciones insospechadas y aparece una figura del pasado, el padre abusador del dentista, un militar que marco a fuego la infancia de Barreda. Estamos entonces ante el producto de una patología social generalizada que muchas veces acepta en sus productos culturales, cine, literatura, pornografía, modelos de violencia difuminando la frontera entre victima y victimario.

Sin hacer juicios de valor o tomar partido con una mirada moralista, Barreda se presenta en la novela como un producto postmoderno, propio de una sociedad cosificante, capaz de generar entes implosivos y abusadores, en los lugares menos deseados, los colegios y el hogar. Lo paradójico de esta situación y que le da al signo la capacidad de atentar en contra de los discursos fuertes de nuestra sociedad, son las motivaciones que subyacen al crimen.

Barreda arrasa a su familia por su deseo de preservarla, lo cual relativiza el tema al ubicar a las víctimas de la masacre en la posición de antagonistas, ya que estas juegan el rol de ofensoras del hogar, al frustrar con ignominia los intentos genuinos del odontólogo por mejorar el vínculo hogareño. Colliard usa este tema cruzando pequeños argumentos con la trama principal. Se muestra así la fragmentación de las bases fundantes de la sociedad, la familia y el matrimonio con ejemplos como el fin de la relación del dentista con Pochi, la que abandona a su pareja para irse con la foto de un muerto del cual se enamora. También está la promulgación de una ley que Barreda, en un punto de la historia en su calidad de senador realiza al promover el matrimonio inter-especies. Hombre con hamsters, perros con sus dueñas, sólo que de distinto género. “Tan progresista no se puede ser”. Estas situaciones absurdas contribuyen a construir al paradigma de hombre finisecular.

Otra contradicción digna de ser mencionada y que refuerza esta idea de desfiguración de los conceptos y valores a ultranza, recae en la imagen pública que tiene Barreda. Colliard utiliza ese factor para proponerlo en su historia como un candidateable, de modo que al ser satanizado o explotado como producto por los medios, el criminal alcanza gracias a las circunstancias relativas a su acto de sangre y posterior juicio, la categoría de personalidad. Ser de culto e incluso de confianza por la sinceridad de su proceder. Como se mire, Barreda en su calidad de ciudadano está mas cerca del hombre del día a día que los artistas y los llamados lideres de opinión y su transparente artificialidad, pues el dentista actuó empujado por su cólera, quizá no se midió pero no es algo que ni siquiera el más santo no haya pensado cuando ha sido puesto al límite por sus pares. La situación está en que los discursos políticamente correctos censuran estos actos, pero ante la caída de esos discursos, Barreda tal como Colliard lo presenta a los ojos de Ruckauf, es la imagen de la transparencia real.

Lo cual explica el fandom que en el mundo no novelado tiene este personaje, su popularidad, grotesca para algunos, anecdótica para otros no es menor, lo llaman ídolo y lo hacen cercano al fenómeno Charles Manson que llegó en los setenta a tener camisetas con su fotografía. Estas aún se venden.

En el caso Barreda un ejemplo emblemático del mass media y su influjo es la canción Barreda´s Way del grupo Ataque 77, prueba fehaciente del poder convocante y comunicador de esta entidad mediatizada, Colliard consciente de estos signos e imágenes, va generando una especie de simulacro postmoderno en el cual se mezcla lo vernacular y pop con lo formal, se privilegian los llamados grandes relatos de la cultura, partiendo por el hecho de que estamos ante una novela, uno de los discursos más respetados en el devenir del hombre, de modo que entretención y morbo se conjugan en un consomé kitsch, auto consciente y crítico en su hilaridad. Pues al apropiarse del referente, en este caso Barreda, Colliard expone a la sociedad en su completitud como una pantalla prefabricada, en la cual el mismo autor se ubica en una posición de descreimiento y de complicidad con los mecanismos de falsación de lo real, Colliard no sólo es el autor, sino que también es un personaje de la obra, aquí el creador juega una carta interesante, se satiriza como un escritor fracasado, que ve su oportunidad al ser reclutado por la campaña de Ruckauf como mercenario de las letras.

El autor produce una mímesis, un salto de los niveles de narración desde lo extratextual a lo intradiegetico y viceversa al incluirse en la historia como personaje secundario. Su rol en la obra reside en la tarea de escribir los discursos del candidateable Barreda, y luego un libro que crítica curiosamente, la imagen de los hombres que se destacan en la sociedad a causa de su creatividad, podríamos llegar a pensar incluso que está obra que leemos, “Aguante Barreda” es otro producto de Colliard, personaje que nos envuelve dentro y fuera de la novela como participes, como parte de ese fandom o pensamiento colectivo de masas que está ávido de leer la vida y proceder de un asesino supuestamente rehabilitado y recibido con los brazos abiertos como hijo ilustre por la sociedad. La novela se vuelve otro discurso mediatizado, estamos en un simulacro circular, del cual todos somos cómplices, autores, y victimas.

En definitiva el merito de la obra esta en la re-escrituración testimonial que Colliard hace de lo ocurrido sin suplantar en lo más mínimo la historia extratextual, no hace un palimpsesto o borra el como se dieron las cosas, sino que toma la realidad y la inserta intertextualmente, de forma fragmentada y con gran sutilidad en su ficción a través de deícticos que remiten al lector, a lo cubierto por la crónica roja y los medios de prensa televisivos: El auto de barreda, su Ford Falcon y la fachada del hogar llena de graffitis injuriosos o de apoyo para quien a juicio de algunos es la verdadera víctima del crimen, el reivindicador de los oprimidos, de los underdogs, no hay que olvidar el rifle español Calibre 16.5 que el odontólogo utilizó para el crimen y el rol que juega la mentada “Pochi” su actual mujer, esos son sólo algunos de los elementos que se utilizan como anclaje para aproximarnos de modo implícito al fenómeno mediático, logrando los efectos de una lectura abismante, llena de ramificaciones para tan breve obra escrita con economía de palabras. La tarea del receptor por tanto implica llenar los espacios en blanco y cooperar con la creación al actualizar la narración con una enciclopedia que remite a la coyuntura que tuvo y tiene la figura del dentista asesino dentro de la realidad Argentina y su cultura popular. De cualquier modo, el destinatario no familiarizado con el truculento asesinato rápidamente puede captar la historia en su calidad de fantasía y acercarse a la mente del psicopático personaje, Colliard construye un doble código que comulga tanto con el lector aventajado producto de un conocimiento previo de la situación, como con aquel que asume esto cual fantasía.

Algunos de los recursos también sugeridos por la prosa del creador, van perfilando una conducta errática e insensibilizada mediante los vagabundeos que el dentista hace por calles con prostitutas y jóvenes que se venden, su actitud hacia los gatos, por ser el animal familiar el único sobreviviente de la masacre de aquel domingo del 92, eso sin contar el procedimiento maquiavélico desplegado para la eliminación de los felinos en la historia, darles de comer vidrio molido, actitud que en la fachada de normalidad del personaje, y ocultamiento de un depredador en potencia, recuerdan al proceder de Patrick Bateman de la obra el Psicópata Americano del autor estadounidense Bret Easton Ellis, en conclusión el texto expuesto en la red por el autor, específicamente en google books y hoy llevado a ustedes gracias a la generosidad y genio del autor, Alejandro Colliard y la labor de Cinosargo Ediciones, resulta en extremo recomendable pues en su sencillez narrativa, traspasamos la lectura fruitiva e impresionista, promoviendo una serie de mecanismos interesantes de la narrativa actual sin obviar aquellas condicionantes que exponen al desnudo a nuestras sociedades latinoamericanas y la calidad de los individuos en sus relaciones con el medio, el miedo.


Autor: Daniel Rojas Pachas

Publicado en: Cinosargo Revista, Edición VIII de enero del 2009





1 comentario:

Anónimo dijo...

interesante resúmen de la realialidad! fue mi odontologo, era un tipo callado, no decía nada, silbaba en las esperas,mirando hacia afuera por la ventana del consultorio...una vez, quise pasar al baño, pero, le tuvo que pedir permiso a su familia, a toda, para que pasara, entré, y estaban "las mujeres" de su vida, riéndose de algo que veían en tv...que curioso no?
interesante

un saludo
lidia-la escriba

www.nuncajamashablamos.blogspot.com por si qures pasar,ver...en fin

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