César Vallejo es universalmente reconocido como poeta, su obra Lírica, Los Heraldos Negros, Trilce, Poemas Humanos y España aparta de mi este cáliz, son piezas literarias que han alcanzado las más altas cuotas de reconocimiento, difusión y estudio, dado su tratamiento de lo social y la hondura que consigue al penetrar sin tapujos en el vació existencial del hombre. Cadencia que en sus versos traduce la irrefrenable rebeldía que el creador demostró en vida, sin abandonar claro está, una sensibilidad extrema e inocencia, que con orgullo se lanza de sus páginas para herir con violencia destructiva y provocadora, el sentido más allá de los límites sospechados.
Vallejo es un filósofo de la exégesis y minimalismo comunicativo y cada construcción que realiza, trae implícito un germen de combate hacía el castrador y feudal manejo con que se manipula el lenguaje. A su vez, es un torrente de ideas, de construcciones lucidas sobre la problemática que tiene el género en su afán corrosivo y cosificador del otro.
Como obra, es innegable que la letra cultivada por Vallejo, está en constante actualización y resulta desafiante e intensa, aún para el lector presente. Prodigio vanguardista, es demasiado lo que se puede señalar sobre él y muy poco el espacio para hacer honor a la ricas vertientes heterogéneas que como figura forjada en la palabra, supo dominar.
Nacido un 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, departamento de la Libertad,
El escritor, y de esto no cabe duda, es una de las más importantes voces del continente. Su arte trasciende tiempo y espacio, superando una vida llena de complicaciones y amarguras así como imágenes y determinaciones que calaron profundamente en su talante imaginativo.
Último de once hermanos, el escritor estudió Filosofía y letras en la Universidad de Trujillo y una vez, trasladado a la capital, abandonó cursos de Medicina, previamente, había dejado en el olvido pretensiones religiosas en torno al sacerdocio, expectativa que sin embargo en su temprana infancia, abrazó con ilusión y que se reflejan con prontitud en sus versos.
Otra característica innegable del hombre de letras es su condición trágica y errante, en sus innumerables movimientos por el Perú y el mundo, realizó trabajos disímiles, desde administrador comercial, cajero de banco y desde luego pedagogo, muy citada es la anécdota que lo vincula a otro grande de las letras Peruanas y mundiales, el narrador Ciro Alegría autor del Mundo es Ancho y Ajeno, los perros hambrientos y la Serpiente de Oro. Su nombre, lejos de esta circunstancia afortunada, se haya vinculado en niveles más profundos a grandes pensadores modernistas e ideólogos revolucionarios como Mariátegui y Manuel Gonzáles Prada y desde luego, a cultores de la lírica y adelantados imaginistas como Huidobro y Eguren. La lista de influenciados posteriores y pares que compartieron en su periodo, escena y vivencias, dispensando elogiosos homenajes a su nombre, es demasiado extensa para agotar estas líneas con tal objeto. De manera que, lo que personalmente me llama a releer a este autor de cabecera del cual uno piensa se he dicho tanto, que un par de palabras más, no serán sino elogiosas y majaderas gotas en un océano de ensayos, crónicas, tesis y monografías, busca pese a ese infranqueable resultado, centrarse en un tema en particular, La prosa del autor.
La prosa de Vallejo, si bien, no goza del mismo prestigio y sitial que su poesía, no deja de ser mayor en cuanto a riqueza y producción. Más que un tema de calidad, es un asunto de masificación. Reconocido como el poeta del dolor humano, esta figura paradigmática del siglo XX, cultivo con maestría, el periodismo literario, el cuento e incluso la Novelística. A esa faceta, tantas veces opacada en autores que despuntan en poesía, quiero referirme.
Radicado en Europa, Vallejo oficio como corresponsal y vio muchos de sus títulos ensayísticos y cronísticos publicados en la Revista Mundial y en el diario el Comercio. Esos artículos, de innegable brillantez, versan sobre temas múltiples, gozan de una dinámica y sapiencia envidiable, en ellos, Vallejo nos habla de la Literatura Peruana y su porvenir, de las generaciones de poetas jóvenes, de sus desafíos, de su lucha y no ignora la realidad de España y sus poetas y pensadores. Aquel presente verdadero momento de crisis, de revoluciones y masacres mundiales, ve surgir a la llamada nueva literatura norteamericana, son las voces de principios del siglo XX, que Vallejo no ignora, por tanto roza a la generación perdida y a sus epónimos Pound, T.S Elliot y Gertrude Stein, habla de Hart Crane y poco falta para que salgan a relucir Joyce, Hemmingway y otros. Vallejo se vuelve entonces un potente narrador transversal, abarca el cine, la música la pintura, tiene una acidez irrefrenable para discutir y argumentos le sobran, en esas peripecias en torno a la poética estadounidense, no puede evitar volver a la figura de Whitman, ese poeta de lo cósmico e íntimo que tan fuerte tatuara a Borges y Neruda. Otros nombres que desfilan en sus trabajos, son León Bloy, Pierre Louys, el autor de Raza de Bronce Alcides Arguedas, y sin perder el filo contestatario incluso el peruano increpa a Breton por burócrata y cirujano y hace una autopsia al surrealismo. Constituyen además elegías muy sentidas las revisiones que hace al hablar de Abraham Valdelomar, la tumba de Baudelaire y Leónidas Yerovi entre otros.
La pluma de Vallejo hace indefectiblemente, un recorrido por la cultura universal que bullía a fines del siglo, y el cruce de nombres es realmente enciclopédico, desde Unamuno y Gasset hasta Santos Chocano y todos los ismos habidos y por haber, muchos los cuales el autor denostó o terminó por denunciar como franca impostura, desde el comentario directo y discurso, tal como Asturias y Carpentier por esa misma época o con una franca e imparable independencia en el diseño de sus piezas.
Bagaje de experimentación y tradicionalismo que en Vallejo constituye una prueba más de su pericia como narrador. Ducho, el autor es capaz de edificar historias de un sentido realismo social como Paco Yunque y Tungsteno y no abandonar las fugas que podía hacer estéticamente tal como lo refleja en Fabla Salvaje, todas estas obras en conjunto, poesía y prosa, resultan manifestaciones que alumbran sobre el recorrido y maduración de un genio, gigante de las letras en español de América, inabarcable en jerarquías y términos tan reduccionistas como las del predominio de un mero género.
Autor: Daniel Rojas Pachas
Publicado en: Cinosargo
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jueves, 2 de octubre de 2008
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Anverso Literario: La Prosa de César Vallejo
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