Sacude tu piensa-ser.
Esa piente serpentosa,
delinea
la voraz dantesca,
boca de libertina águila.
Vorágine retorcida
en la cumbre radical.
Con desdeñosa vigilia
de tu Partenón encanecido,
pardas murallas y franjas multicolor,
erectan enjutas cercas
y lanzas coloradas,
penetran la regia global.
Cuerpos famélicos
cuelgan de tu tripa derecha
y el mercado de organismos palabra,
gozan un alza del noventa por ciento.
Noventa cadáveres, cada vez
más pequeños
y desnutridos cadavéricos.
Pulsa e impulsa, maestro matador,
la lógica repulsa de tu imperial predio.
El bursátil dígito,
la comatosa pantomima de tu risa de mula.
El apocalípto muladar,
muda y asalta,
las carretas con pancartas…
de neón púrpura y fecal ham-burgues…
Desayuna cerebros y bloody Cola,
cae del riñón humanitario,
y suelta los huesos de mimos revolucionarios …
Así se cumple la sagrada promesa,
dulce Arcadia, soñada en
castillos de castrada castellanidad.
Cargando al bebe,
bailas entre jovencitas puercas
y un brandy y careta ominosa,
son tu patrimonio cultural.
Cortaespinas, dorsalvagina.
Instaura en tus pies callosos,
a la reina de ases, la pútrida hembra
de tu lascivia poética…
El ministerio de tu mirada,
es arriero de primates,
usan cinturón y raudos crecen a raudales, en los tallos partidistas.
Los pretores, ediles mascatabaco,
Escribe-libelos y yemas de papel sellado.
Son tu conclave de cortesanos.
Doctos pater familias, lamen tu gloria
y empapan con seminales elogios,
la campaña que emprende, tu pesadilla a cuatro patas.
Los jinetes del génesis hambreado,
son la majamama esplendida.
El traje con charretera,
justificación de tu códice
y caos de millar…
Hay que humillar
la sonoridad opaca,
de esos mudos que remiendan,
zapatillas a la moda…
Por veinte centavos al día, venden su
culo y ponen los pies sobre la tierra.
La yaga zurcida en tu bolsillo,
dorado pasadizo,
directo a tu esplendida multitud, de pergaminos
falseados.
Es tu lengua verborrea,
la sífilis de tus papilas amistosas
y los mudos, enredados,
duermen placidos en la cuna.
Patalean como moscas privadas de pan.
El tesorito oscuro, elixir de tu ígnea oquedad,
negro petróleo
y UNI-VERSAL esfinge.
Master Zeus, glorioso red bank.
El trono libertario inflama motores
Y qué hay de los anónimos juegos.
La tímida confusión y el bendito pleonasmo de fetos tullidos…
Eyaculas nucleares discursos.
Átomos penden, como trofeos de tu cuello.
Junto al núcleo molecular,
las orejas de madres brillan,
por reclamar a sus fantasmas castigados.
“Al rincón del olvido”
dicen tus oraciones…
En el dulce terrón del foso empedrado,
raspados del ojo ciclópeo y testimonio oficial.
El eterno retorno a ti,
es el anatema de nuestro tiempo.
La guerra de los siete días y las siete noches
Qué voluptuoso proyecto, de tu sangre y justo capital.
No el de Capitán Marx y su séquito ruso,
No el de Smith
y su cábala neoliberal…
Aquí yacemos, todos juntos,
en la pesadilla de Stephen Dedalus…
Autor: Daniel Rojas.
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