Factotum y Barfly son dos intentos dispares y de fortuna distinta, embarcados a la ventura de llevar al celuloide, el genio del llamado último poeta, yo más bien diría escritor maldito de Norteamérica.
La primera, del director Bent Hamer, no es tan vieja, 2006, casi recién salida del horno. Sin embargo, la distribución para Latinoamérica, fue pésima, por ahí debe andar rodando en dvd en algún persa, otros debemos conformarnos con la magia de Internet y los sacrosantos “respaldos”. En fin, volviendo al tema, esta adaptación llevada a script por el mismo director, cuenta con la actuación de: Matt Dillon, Marisa Tomei y Lili Taylor entre otros, y procura ser lo más fiel posible al libro homónimo, claro toma prestadas cosillas de otras obras del autor, pero en esencia, la matriz de la cual nace es la aludida novela.
Bien ¿Que podemos decir con respecto a esta película?, ummm varias cosas. Primero… no es mala como aproximación neófita a Chinaski o al realismo sucio, lo cual por el contrario la hace algo pobre si has leído lo suficiente y disfrutas con el hiperrealismo norteamericano. Ahora, fuera del ámbito literario y sólo como cinta independiente, ummm, ciertamente bebe demasiado del autor y para alguien poco familiarizado con la obra, le resultara simple y llanamente, escatológica, fragmentada y un mural burdo de anécdotas en la vida patética de un aspirante a escritor inmerso en una ciudad carnívora. En otras palabras, prescindible y anónima y puede que por mucho que la obra de Henry Hank, sea más que simples aventurillas morbosas y fracasos monumentales y por lo mismo más que conocida y de culto por estos lares, las empresas no se arriesgarán jamás a lanzarla con bombos y platillos o aunque sea, en un par de salas en este olvidado valle de lágrimas
Y bueno, pienso luego, si en mis manos estuviese la distribución de las pelis… también me lo preguntaría un poco, un buen poco, pues la cinta es fallida; debido principalmente a su lentitud ya que carece de sobremanera del humor ácido y visceralidad que caracteriza la prosa del viejo Chinaski.
Lo más rescatable es Dillon, en el rol protagónico, El otrora Rusty James , ya mas viejo que en sus devaneos pandilleros junto a Nicolas Cage y oh curioso!!! Mikey Rourke (Motorciclye boy), quien también interpretara a Henry Chinaski en 1987 en Barfly… pero bueno, ya hablare de eso mas tarde… sigamos ahora con Dillon, pues el tío esta muy bien en el papel, hay que reconocerlo, se ve comprometido y familiarizado con el personaje, le inyecta pasión. Me atrevería a decir, pues no tengo datos para respaldarlo, que admira la obra y figura del escritor. Por lo cual le dio un respetuoso estudio al personaje-hombre que fue Bukowski. Físicamente luce como el alter ego-retrato del escritor.
Pesado al caminar, lento y apático, con esa cadencia pegajosa en la voz. La transformación de su cuerpo, un Matt D, gastado por el alcohol y el hastió diario, es palpable y vale un elogio. Sin embargo, en términos generales, no podemos dejarle todo el peso del rodaje a su interpretación. Al film le falta seriamente filo, como dije, se vuelve un tanto tedioso por ratos y el salvavidas constante, son las líneas de fondo, sacadas textualmente del libro y mente de Buk. Ellas dan vuelo a la producción y el director consigue imprimirles a esos poemas y discursos de perro duro, un sabor agridulce con música e imágenes adhoc, pero ello no es suficiente, las escenas, por buenas que sean, al retrotraerlas a la memoria y pasarlas por el filtro que uno mismo se ha hecho con la lectura, ciertamente no pasan la prueba.
Se ha escamoteado mucho y el principal damnificado es el ritmo de la cinta, pues esta historia, entre todas las del autor, por difícil que parezca de creerlo, es una de las que encierra más sátira y burla al sistema laboral y de vida norteamericanos. Partamos por el titulo, Factotum: que alude a la característica que embargó la vida de Bukowski, antes de poder vivir de su escritura.
Los múltiples trabajos risorios y absurdos que realizó y los estigmas que estos provocaban en su psiquis y salud. En el film lo vemos con suerte, en tres o cuatro actividades mediocres. La limpieza del que adapto el guión en honor al metraje, pulió más de la cuenta y puso en primer plano la relación con Jan (Lily Taylor) Importante pero sobre-dramatizada, casi trágica y en exceso fría.
Por ejemplo, esa escena en el hipódromo en que Chinaski arroja a un enano que le roba el asiento y tiene el descaro de coquetear con Jan, es en el libro hilarante y rápida, una especie de travesura y victoria, acá en cambio, se siente culposa, grave, y por mucho que sea violenta, uno tiende al leerla, dotarla de sátira mientras que al ser testigo de las imágenes, debido al tratamiento, termina más bien por compadecer el acto.
El director debió en ese caso, explotar mejor los ingredientes que tuvo a su disposición: Buenos actores, una historia con gran potencial, presupuesto. La mixtura por ratos brilla pero al final es opacada por el papel, una prueba más de que las imágenes muchas veces pierden ante las ideas.
Lo cual nos lleva al otro caso, a finales de los 80, de la mano de Barbet Schroeder y con Ford Copolla, sí el único e inigualable Padrino como productor, llega de la desaparecida compañía Canon, una aventura de Chinaski. Esta vez no se trata de una adaptación sino más bien de un guión original del mismo escritor, sí Bukowski escribió esta historia, incluso, se dio el lujo de hacer un cameo y luego se fue de parranda con todo el cast para tener más tarde material y retratar todo en su obra Hollywood. Bukowski no perdía el tiempo y ya antes, había colaborado con su amigo Schroeder, en los llamados Bukowski Tapes, serie de grabaciones documentales, entrevistas que nos desnudan algo del contexto e intimidad del creador (tipo imagine de Lennon). Pero volviendo a Barfly, opuesta en todo a su sucesora, resulta como continuación o compañera de las páginas literarias, digna y cual cinta independiente, definitivamente grandiosa. Tiene el humor, el vitalismo y pulso de la obra de Chinaski por donde se le mire.
Las actuaciones por otra parte hacen que Dillon y compañía, parezcan actores de obra de preescolar. Mickey Rourke, gran promesa por esos días, se apodera del papel y nos lleva a un viaje de rebotes e impactos por las antípodas del interior humano. A ratos la performance de Rourke, nos inunda con patetismo puro, un cuerpo flácido y zombificado, tendido como bulto en un catre mugroso, para luego, con un poco de agua, mejor dicho trago encima, deje brotar la personalidad imparable que nos destornilla de risa. Es un loco, un santo un suicida, está en su momento álgido como actor. Comunica en silencio y con movimientos, la rapacidad que se cuela en apartamentos equivocados, mismos que saquea para descarado desfallecer su mole física que se debate entre la gordura y la brutalidad, con pasos lentos y miradas de cachorro babeando al ritmo de Mahler.
Segundos más tarde el mismo tipo, en un arrebato histriónico, revienta la mudez y dispara profundas líneas que destrozan mitos y leyes estupidas del hombre y su porvenir. Rourke no decepciona por el contrario, se roba la atención del espectador hace que incluso aquellos que no tienen idea de quién fue o será Bukowski, se encariñen con este payaso, que filosofa a medio camino entre el sanatorio y un basurero que lo espera listo para pasar la borrachera.
La película sin duda, cubre muchos aspectos sórdidos pero a la vez dulces de la personalidad de este ennoblecido boquiflojo, que camina como atravesando las paredes y sin rendir cuantas a nadie, pues aunque no coma y duerma en semanas, sumido en una agónica vorágine de autodestrucción, jamás vacila a la hora de regalar la mueca que te invita a largarte al carajo y dejarlo pasar.
Otro aspecto digno de destacar, es la forma en que se aborda la relación amorosa del protagonista con Wanda (Faye Dunaway), a diferencia de lo que ocurre con Jan (Lili Taylor) en la otra cinta, este idilio, suda fuego, la química es perfecta. Ella comparte peso con Rourke, es su contraparte ideal, esa loca femme fatale que todos rehuyen. Ey cuidado con ella viejo, le dicen. La misma Wanda se lo advierte soy una ninfómana que se ira con cualquiera por un trago. Pero Bukoswki necesita de su dosis de locura para vivir y se embarca en esa apuesta constante que es la vida al límite.
En todas direcciones, esta cinta grita: Inténtalo si tienes los cojones, pero cuando lo hagas, debes entender que hay un gran porcentaje que lo único que promete, es desbarrancarte al derrotero sin retorno La atmósfera juega en esto un papel fundamental, acompaña a la cinta, con mucha honestidad, algo que le falta a la otra película, que tristemente (no en el buen sentido de lo patético) parece haber sido filmada que se yo, en Vancouver o en un sitio bonito, aquí respiramos la lacra e indecencia, la asfixia a tugurio y cuchitril, es como el New York de Travis Bickle en Taxi Driver, sólo que bañado en ironía y demencia (si es que eso es posible)
Hasta los secundarios, los casi extras, destacan. La tipa millonaria que quiere salvarlo, pues se he enamorado de la decadencia real y honesta agonía que hay tras la voz narrativa de Chinaski, te persuade de que algo puede haber entre ellos, y qué hay de los ancianos vecinos con sus juegos sexuales de sodomía. La pareja de paramédicos, es otro clásico y como olvidar a Eddie, bar tender del local en que se la va a Chinasky la vida como mosca . Todas las noches se baten a duelo en un callejón. Eddie es el arquetipo de ladiesman, un protomacho, galán cabeza de músculo o como el escritor lo llama, un derroche poco original de masculinidad, interpretado por el hermano de Sly, "Frank Stallone" realmente se luce (el rol de su vida, sin duda)
En fin, creo que con eso es suficiente para palpar y esnifar la diferencia de lo que un buen director puede hacer en contextos similares, claro algunos dirán que esta película tiene ciertas ventajas sobre la reciente, ya que esta fue bendecida por la mano sucia del mismo Bukowski (a cargo del guión). Puede ser, pero de cualquier manera y en esto no puedo abandonar mi propio juicio, Cualquier día de la semana a cualquier hora, la actual (Factotum) no deja de ser mas que un mero entremés para el suculento plato de fondo que es y seguirá siendo Barfly. La última palabra la tienen ustedes.
Autor: Daniel Rojas P.
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